"Viernes 3 de Octubre de 2008, 9 de la mañana.
· Was du gesagt? – Repite una y otra vez uno de los niños que tenemos como compañeros de viaje en nuestro primer tren. Para lo que algunos debe ser una pesadilla, para mí son clases sprechen-alemán gratis.
A las 8’20 nos hemos subimos al regional dirección Halle. Es el primero de una serie de cinco trenes “borriqueros” a los que nos tenemos que subir antes de llegar a la frontera con República Checa. Un tren “borriquero” es aquel que para en todos lados. Ve cuatro casas y se para, ve una alcantarilla y se para, y así hasta perder la cuenta. Como el tren estrella de España, vamos. Pero lo hacemos así pq es la forma más económica, de hecho llegaremos a la frontera Checa por unos 7 euros cada uno.
Como equipaje, una mochila con poco más que una muda de cambio, toalla, chaqueta de invierno, una manta liada, algo de comida y agua para el viaje y una cámara de fotos. Como compañeras de viaje, Nana y Keira. Y en el tramo hasta Praga, también se ha apuntado Agnieszka (una chica Polaca que se va a su casa para una boda y pasando por Praga el viaje le sale mucho más rentable). Keira es una chica escocesa, tiene 20 años y es compañera de clases de alemán de Nana.
Las tres duermen mientras yo escribo estas palabras y de paso tomo clases de alemán hablado gracias a los niños. Por la ventana del tren se ven campos de cereales y algún que otro bosquecillo pequeño.
· Una hora y pico de tren, luego otro tren media hora hasta Leipzig (va cargado de gente y nos quedamos de pie todo el trayecto) y ahora estamos en el tercer tren del día. Rumbo a Meissen. La gente ya esta más despierta y comemos sándwiches y hablamos de estudios y de nuestros respectivos países.
· Desde allí cogemos el cuatro regional dirección Bad Shandau, ya casi en la frontera con República Checa, y allí nos subimos a un tren de la compañía checa. Todavía en territorio Alemán, al subir a este tren nos parece haber retrocedido instantáneamente 20 o 30 años hacia el pasado.
En todos los transbordos hemos tenido tan solo unos pocos minutos para subirnos al siguiente tren, incluso tuvimos que correr alguna que otra vez, pues un retraso de tres minutos representaba dos para coger el siguiente tren. Adrenalina viajera por todas partes vamos. En este último cambio ha sido más o menos lo mismo y ese ha sido uno de los factores que ha contribuido a hacernos flipar con este giro hacia el pasado.
Se trata de un solo vagón, con asientos largos que compartes con quien se te siente al lado. Tapizados con esa especie de pelo áspero de color marrón que si lo tocas con la piel te produce un picor bastante molesto. Encima de nuestras cabezas hay unos soportes metálicos para poner las maletas. Cada vez que se para y vuelve a arrancar, el tren vibra por completo y hace un sonido que parece que en cualquier momento vaya a dejar de funcionar el invento. El revisor parece también sacado de los años de la “maria castaña”, con su gorra y su chaleco azules. Se puede diferenciar a simple vista quien es alemán y quien Checo. Sobretodo por la ropa y peinado, no tanto por las facciones, pero lo que si que deja claro quien pertenece a un bando o a otro son las cámaras de fotos. Nosotros creo que somos los únicos “guiris” en el trenecillo.
El paisaje desde Bad Shandau hasta Decín, que es la primera ciudad Checa que pisamos, es una auténtica pasada. Las vías del tren siguen el valle que describe el río Elba, el décimo río más grande largo de Europa, desde Dresden hasta Decín, sirviendo en un largo tramo como frontera entre unos y otro país. A lado y lado del río, bosques multicolores ahora en otoño y unas rocas enormes en la orilla opuesta a las vías del tren. Tenemos mucha suerte de haber cogido el tren Checo, pues no solo el revisor nos deja llegar hasta Decín con nuestro Lander-ticket alemán (que en principio solo es válido hasta la frontera), sino que su lentitud nos deja disfrutar de este maravilloso paisaje y hacer cantidad de fotos.
Foto dese el tren, el Elba, el bosque, una casita...
Lógicamente esta foto no es mía, nosotros lo vimos desde abajo, desde al lado del río. Pero es pa que os hagaís una idea de lo que hablo.
· Ya estamos en Decín. Compramos los billetes del tren a Praga (unos 4’75 € por persona), pagamos en euros y nos entendemos en alemán. Nos tomamos un café en el bar de la estación, ya que imaginamos (quizá erróneamente) que en otro lado no nos cogerán euros. La sensación que tuvimos al entrar al tren checo se repite al atravesar la puerta del bar. Las miradas se agolpan hacía nosotros casi de una forma descarada, somos algo así como la atracción del bar. Ya me pasó en Marruecos, pero uno no imagina encontrarse con casi lo mismo en mitad de Europa. Como muy acertadamente dijo Nana, pensábamos que esto sería Europa central, pero ahora ya sabemos hasta donde llega la línea de la Europa del Este. A ver, esta claro que República Checa no es Marruecos, y los niveles de pobreza no son comparables, pero dejando aparte a Praga, el país en sí es difícil de considerar primer-mundista.
Tras preguntar si podíamos pagar en euros, le pido, en una especie de popurrí alemán-inglés-gestuálica, un expreso y dos cafés con leche a una camarera de las dos camareras. Parece ser la jefa, es alta y flaca, y lleva un chándal de andar por casa con varias manchas producto de su trabajo. Tiene un bigote negro que a ella parece no importarle en absoluto, pero a mí me deja marcado.
Nos sentamos en una mesa con unos manteles estampados, igualitos a los de casa de mi abuela. Las mesas se comparten cunado no hay más sitio, así que a veces te toca sentarte al lado de alguien que no conoces, pero encontremos una mesa vacía y allí nos tomamos el café relajadamente. Seguimos siendo observados, ya de forma más ocasional, pero nosotros también lo miramos todos con ojos de sorpresa. Un personaje con la ropa bastante sucia y despeinado intenta venderle unos tejanos a la camarera, la del bigote. Ésta lo mira con cara de pocos amigos y mueve la cabeza de lado a lado. Todos (o casi todos menos los jóvenes) parecen salidos de una peli de la postguerra, con ropas viejas y muy usadas, boinas negras como de abuelo y sus rostros están llenos de grietas, curtidas por el trabajo en el campo o en la fábrica. Sus ojos te miran con indiferencia, como si ya lo hubieran vivido casi todo. El tiempo parece no importarles demasiado. Como si no tuvieran nada que hacer aparte de estar allí. Sentados enfrente de su vaso de cristal con el café a medio tomar, fuman un cigarrillo, dos, tres… mirando a un lado, a otro y de nuevo hacia el vaso, con la cabeza gacha. El hombre que tengo en la mesa de al lado me hace sitio para poder dejar en el suelo el mochilón y los trastos. Le agradezco con una sonrisa, pues no sé ni decir gracias en Checo, y sus ojos vidriosos me la corresponden.
Los cafés nos cuestan como un euro a cada uno, no sé si a la gente de aquí les cobrarán lo mismo, pero nos parece bien. Nuestra mesa está al lado de una pared con un mural pintado, hay varios dibujos infantiles, entre ellas un Pitufo y un simpático topo que se llama Kreček (originario de aquí).
El simpático topo (que eso és lo que significa su nombre) que parece salir de mi mochila.
· Cogemos el tren a Praga, es el típico de camarotes, me duele la bastante la cabeza. Llevamos siete horas de viaje, supongo que eso tendrá algo que ver.
Con un mapa que compra Keira en la estación nos dirigimos rápidamente al hostel. Llegamos con relativa facilidad en unos 15min. El sitio se llama “Clown and Bard” y no está nada mal. Por 300 coronas checas (12 € más o menos) tenemos cama, sábanas, edredones, desayuno e Internet incluido. Es una habitación de 5 personas, 2 literas y una cama sencilla. En esta última parece que se ha instalado, desde hace tiempo, un tipo muy desordenado. Toda su ropa y sus cosas, incluida alguna que otra botella de Vodka Checo, están esparcidas por la habitación. Visto el panorama ocupamos las literas y guardamos las cosas en las taquillas que nos han asignado. Las habitaciones tiene nombres de colores, la nuestra es la “Green”.
Hoy salimos a la calle a dejarnos sorprender por la ciudad, sin ningún tipo de plan. Es justo lo que me gusta. Ya se ha hecho de noche y nos dirigimos hacia la ciudad vieja (Staré Město). Al llegar a la plaza Staroměstské náměstí, la más famosa, Agnieszká tiene que marcharse a la estación. Nos despedimos de ella y seguimos nuestra aventura. Aún le queda toda la noche de viaje hasta llegar a su casa.
Tenemos hambre, pues en todo el día no hemos comido más que un par de sándwiches y el desayuno de casa. Así que nos ponemos a la tarea de buscar un sitio no demasiado caro donde comer. Hemos llegado hasta aquí por 12 euros y también hemos pagado menos de lo que esperábamos por el hostal, así que no nos importa pagar 200CZK (unos 8 euros) por la cena. Sobretodo si se trata de una cena como la que nos hemos acabado de pegar. Todo estaba delicioso y además hemos comido algo típico de aquí. Nana y Keira se han pedido cerdo con una especie de panecillos blancos y blandos y una salsa de nata. Y yo también cerdo, esta vez braseado y en trozos más gruesos, acompañado con chucrut y panecillos de “bacon” con cebolla. Los dos platos son variantes del plato típico por excelencia de este país, el Vepřo-knedlo-zelo. Todo bien regado con cerveza checa, Pilsner Urquell y Gambrinus.
Llegamos a la habitación y sigue sin haber nadie. Hacemos nuestras camas y dormimos como troncos. Por lo menos hasta que a eso de las 5 de la mañana aparece el compañero de habitación bastante borracho. Por suerte, pronto se duerme. Al rato llega una chica, intenta poner las sábanas en la cama restante armando un escándalo considerable y se hecha a dormir, no sin antes hacer un poco más de ruido."
3 comentarios:
Impresionante el puente!, lo
he visto y no me extraña que quieras visitarlo alguna vez.
Vaya viajecito, es la versión checa de cine de barrio XD...cuando venian los "guiris" y nosotros flipabamos....espero impaciente el próximo capitulo..., (la manera en que lo describes lo hace verdaderamente atractivo).
Ah!,el personajete de los dibujos animados me ha gustado mucho, cuando venga Set se lo pondré.
Besitos
Me alegro de que te lo hayas leido todo. Temía que después de semejante rollo patatero alguien se dignara a leerlo. jajja! pero sé que por lo menos tú lo lees.
Intento describirlo lo mejor posible sin alargarme demasiado. Mitad para que el que lo lea se pueda meter en el relato y mitad como ejercicio de narración para mí.
El puente está muy chulo. A ver si encuentro a alguien que también le gusten los viajes de naturaleza por aquí, sino iré yo solito :P
El topo Krechek es genial!! Espero que le guste a Set!
besos a todos!
hola tete, man gustado mucho los dibujos animados que ma puesto la iaia.......el topo es muy bueno .....un besito muy grande para ti y uno para la nana.
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