27.9.09

Núria, Puigmal i Queralbs

26 y 27 de Setiembre de 2009, con Miki Moto.

Llevamos meses intentando cuadrar fechas para una salida a la montaña, pero bueno, estamos supeditados a los acontecimientos que se nos van presentando día a día así que se hace cuando se puede, y este finde se ha podido, ole!

Ya echaba de menos dejar cosas atrás, reencontrarme con la naturaleza... las infinitas conversaciones con Miki subiendo laderas hasta quedarnos sin aliento, intercambiar opiniones e ideas, observar lo que nos rodea, divagar por el mundo físico y el de las ideas... echaba de menos esas ganas de ver, vivir y sentir.

Cuatro casillas en mitad de la ladera forman el pequeño pueblo de Queralbs.

Salimos a las 8 de la mañana de Santa Cristina, en 2 horas nos plantamos en Queralbs (1108 msnm.) y de allí cogemos el tren cremallera que llega hasta Núria (2000 msnm). Subimos al albergue del Pic de l'Àliga, dónde decidimos, de improvisto, pasar la noche. El precio es razonable, y nos parece mejor opción que la tienda de campaña para pasar la noche después de un día de ascensión al Puigmal. Dejamos parte de los bártulos y a las 12 y poco estamos al pie de la ruta.

Volviendo la vista atrás, dejamos el bosque de abeto.

La travesía empieza con los últimos resquicios de bosque de aveto, estamos por encima de los 2000 metros de altitud y pronto no hay más vegetación que prado raso alpino. Por encima de nuestras cabezas, y hacia dónde nos dirigimos, los picos pelados se ocultan tras algunas de las nubes que pueblan el cielo.


Conforme vamos ascendiendo la marcha se vuelve más pesada, con menos vegetación y más dolor de cabeza, notamos retumbar cada latido de nuestro corazón en las sienes (seguramente por la mezcla de altitud y esfuerzo físico). Las nubes se van multiplicando y según la gente que baja del pico, parece que hoy no vamos a disfrutar de vistas.

Podéis pinchar encima de cada foto para verla en grande.

Las dos montañas que se ven al fondo ya forman parte de Francia.

En el último tramo y la cumbre todo son rocas, un tremendo canchal dónde la vida vegetal aparece tímidamente, y la única vida animal que se observa son seres bípedos ataviados con ropas sintéticas, bastones de senderismo y demás parafernalia mulitcolor. Bromas aparte, este último tramo y la cumbre estaban especialmente concurridos. Es realmente dónde se vence la mayor parte de desnivel... y sinó preguntadselo a Miki... jajaja.

Como el que sale de un volcán...

Una flor dura de roer, a casi 3000 msnm.

Alcanzamos la cima del Puigmal (2910 msnm) 2 horas más tarde de haber salido. Nos ponemos al amparo del viento en uno de los pequeños refugios creados a base de amontonar piedras en plan búnquer. Allí comemos y nos relajamos un poco... aunque parece que empieza a lloviznar. Bueno, estamos en mitad de una nube, así que no es nada de extrañar. Debemos estar zampando en territorio extranjero, pues el pico delimita la frontera de España con Francia. Decidimos no demorarnos mucho para no quedar empapados y sobretodo para que no nos coja frío, estamos muy sudados bajo el impermeable y aquí arriba hace realmente frío. La gente bien preparada (sabía a lo que venía) lleba guantes y gorro... debemos rozar los 5 grados o incluso menos.

La cumbre.

El descenso se hace mucho más corto, y algo más liviano, aunque las rodillas y tobillos trabajan sin parar para refrenar los impactos y calibrar bien los pasos. Pasado el canchal ("tartera" en catalán) arrastro a Miki a desviarnos del camino más directo al Santuario de Núria y por el que hemos subido antes. Me parece más atractiva la idea de encaminarnos a la cara sud de la montaña que tenemos en frente, más verde y una experiencia nueva para nuestros sentidos.

Lo primero que vemos en nuestra ruta improvisada es una vaca pastando. Al poco nos damos cuenta que la pobre está coja y se mueve lastimosamente... nos apiadamos de ella y avanzamos sin molestarla más con nuestra presencia mientras come pasto tranquilamente.


Las nubes nos rodean y pronto aprece un pequeño riachuelo que a ratos se interna en la tierra y a otros sale a la superfície... son básicamente piedras cubiertas de pasto por las que se cuela, resbala y cae el agua. Me tumbo con los ojos cerrados y escucho el constante chapoteo y característico sonido de los distintos hilos de agua. Es la hipnótica melodía de la vida. Las nubes pasan rozando mi cuerpo y las siento acariciando mi cara. No veo nada más lejos de un metro alrrededor mío. Podría estar en algún paraje montañoso Escocés. Es un momento mágico.

La música de Lorena McKennitt fué lo primero que me vino a la cabeza en esos instantes.

Empezamos a ver un montón de madrigueras excabadas debajo de rocas naturales. Son de tamaño medio, no estoy seguro si serán de nutria o de algún tipo de roedor. Lo investigaré. Estamos haciendoles fotos y especulando y de pronto, Zas! como un rayo sale corriendo al vernos un isard (rebeco). En mitad de la ladera de enfrente, ya a unos 200 metros de distáncia, se para y nos observa. Le sacamos alguna foto y un buen rato nos va siguiendo pero manteniene siempre ese espacio. Miki, que al principio era un poco rehacio, ahora se muestra contento de que lo haya arrastrado fuera del camino marcado.


A cada paso que damos, un descubrimiento. La ladera rebosa de vida. Formas de vida a las que no estamos acostumbrados, que no aparecen, o no de la mísma forma, en otra altitud. Ese echo nos hace reflexionar en como la altitud influye sobre la vida.

Los líquenes pueblan la mayoría de las rocas, aquí vemos una roca seguramente metamòrfica... observad los pliegues que presenta.

Como os decía... la ladera Sud, dónde estamos, rebosante de vida. La de la montaña de enfrente, que dá a Norte, parece más bien un paisaje lunar. A pesar de ello, igual de interesante y llena de belleza.

Probablemente la foto de la excursión, o por lo menos la que resume nuestro fin de semana. ¡Hasta siempre montaña!

Llegamos de nuevo a Núria. Hemos llegado a la cima. Nos duelen las piernas del esfuerzo, pero eso no me quita la sonrisa de la cara, lo he disfrutado. Echamos un rápido vistazo dentro del centro de recreo de Núria y arrastramos nuestros huesos hasta las cabinas que suben al albergue. Un servicio completmaente gratuïto. En el hostal nos duchamos, conocemos a nuestra compi de habitación, una excuerionista alemana y a las 9 cenamos. ¡La mejor cena del mundo! jajajaj! A pesar de ello Miki se puso bastante malo... y se acostó en seguida. Yo no tardé mucho más y así llegamos al día siguiente.

Nos despertamos a eso de las 8 y las 8'30 abren el desayuno. El cuerpo nos pide reponer las pilas y tragamos como cosacos. Recogemos las cosas y nos preparamos para descender de Núria a Queralbs. Un camino mítico (Camí Vell a Queralbs), que coincide con un tramo del famoso GR-11 transpirenaico (algún día lo haremos, juas!), y que lleva haciéndose desde hace siglos, por excursionistas, peregrinos, contrabandistas y gente de la zona. Muy concurrido antes de hacerse el tren cremallera (1931).

Esto... lo tomo prestado, ¿vale?

La vieja ermita y el santuario de la vall de Núria se asientan en lo que seguramente son los sedimentos de un antiguo lago de montaña.

Se trata de un descenso (o ascenso si se hace de Queralbs a Núria) donde vencemos un desnivel de 900 metros de altura a lo largo de unos 10 km. de recorrido. Vamos siguiendo el río y lo cruzámos un par de veces, mires a dónde mires toda imágen es espectacular.

Desde dins la Balma de Sant Pere, la Cua de Cavall.

Volviendo la vista sobre nuestros pasos.

Otro de los pasajes típicos de la ruta: El Pont del Cremal.

Ya casi llegados a Queralbs y mirando hacía la izquierda (si bajamos) vemos el valle que sube hasta Coma de Vaca, otro fantástico paraje del pirineo occidental desde dónde y por el que pasan infinidad de rutas y ascensiones.

Unas últimas fotos del valle ya casi llegando a Queralbs, nuestro destino.

Y aquí termina nuestra aventura de fin de semana... cansados pero con ganas de volver, o mejor dicho, con ganas de quedarnos otros dos días en el lugar...

Saludos pataliebres!

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